LA MARCA HISPÁNICA
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LA MARCA HISPÁNICA
Los musulmanes en su avance imparable a comienzos del siglo VIII no se detuvieron en los Pirineos sino que conquistaron la Galia Gótica en el sureste de la actual Francia y llegaron al mismísimo corazón del territorio franco siendo frenados en Poitiers por Carlos Martel.
Después de dominar efímeramente ciertos territorios del sur de la actual Francia la reacción de los francos expulsó a los musulmanes al otro lado de los Pirineos, a Hispania, que estaba totalmente en su poder salvo el reducto asturiano.
Por un tiempo los Pirineos fueron una frontera entre los francos y los musulmanes pero en el año 755 surgiría una oportunidad para una intervención franca en Hispania con el acceso de un nuevo califa abasí Muhammad al Mahdi que buscaba expulsar a los Omeyas del poder Cordobés.
Efectivamente, el hombre de confianza del califa abasí al Mahdi, era un tal al Fihri que llegó a Barcelona poniéndose en contacto con el gobernador de dicha ciudad Suleimán ibn Al Arabi.
La revuelta contra el poder Cordobés comenzó con la ocupación de Zaragoza.
Posteriormente Suleimán se dirigió a Paderborn para solicitar la ayuda de Carlos rey de los francos; éste decidió aprovechar la oportunidad.
En mayo de 778 recibió una carta de apoyo del papa Adriano que le garantizaba la protección divina.
El contingente principal del ejército franco atravesó los Pirineos por Roncesvalles y ocupó la ciudad de Pamplona; posteriormente se dirigió hacia Zaragoza que en teoría estaba en manos de los revoltosos pero el gobernador de dicha ciudad Al Husain recapacitó y restableció su lealtad a Córdoba. El ejército franco asedió sin éxito la ciudad y se retiró por donde vino tras destruir las murallas de Pamplona.
Sin embargo en 785 una nueva infiltración franca por el este menos deslumbrante pero mas efectiva iba a tener lugar.
Los invasores francos penetrando por los valles Pirenaicos del lado español se apoderaron de la ciudad de Gerona. En el año 793 sobrevino el contraataque musulmán atacando Gerona donde había una guarnición de francos pero sin poder apoderarse de ella y se trasladaron a la Ceretania, sitiando Narbona; Guillermo de Toulouse les salió al paso intenando impedir que llegaran a Carcasonne pero sufrió una grave derrota cerca de Villedaigne en la confluencia entre el Orbieu y el Aude en una de las mas brillantes campañas de los Omeyas.
A pesar de todo el avance franco por Cataluña no iba a detenerse; las tropas francas de Luis lanzaron una ofensiva contra la región comprendida entre Gerona y el valle superior del Segre, ocupando Ausona, Cardona y Caserres. Luego le tocó el turno a Barcelona; los cronistas cristianos y musulmanes coinciden en afirmar que el asedio a dicha ciudad duró dos años; la crónica de Moissac dice que fue tomada en 803.
También cayó la fortaleza vecina de Tarrasa.
En el año 808 se produce el momento culminante de la expansión franca con la toma de Tarragona .
Como vemos la resistencia cristiana contra el poder cordobés de Al Andalus tuvo un doble cariz; por una parte una resistencia autóctona, mas antigua en el tiempo, protagonizada por el núcleo astur en el Noroeste de la Península y por otra una intervención posterior que viene allende los Pirineos de la mano de los francos hasta ese momento ajenos del todo a la Península.
Después de dominar efímeramente ciertos territorios del sur de la actual Francia la reacción de los francos expulsó a los musulmanes al otro lado de los Pirineos, a Hispania, que estaba totalmente en su poder salvo el reducto asturiano.
Por un tiempo los Pirineos fueron una frontera entre los francos y los musulmanes pero en el año 755 surgiría una oportunidad para una intervención franca en Hispania con el acceso de un nuevo califa abasí Muhammad al Mahdi que buscaba expulsar a los Omeyas del poder Cordobés.
Efectivamente, el hombre de confianza del califa abasí al Mahdi, era un tal al Fihri que llegó a Barcelona poniéndose en contacto con el gobernador de dicha ciudad Suleimán ibn Al Arabi.
La revuelta contra el poder Cordobés comenzó con la ocupación de Zaragoza.
Posteriormente Suleimán se dirigió a Paderborn para solicitar la ayuda de Carlos rey de los francos; éste decidió aprovechar la oportunidad.
En mayo de 778 recibió una carta de apoyo del papa Adriano que le garantizaba la protección divina.
El contingente principal del ejército franco atravesó los Pirineos por Roncesvalles y ocupó la ciudad de Pamplona; posteriormente se dirigió hacia Zaragoza que en teoría estaba en manos de los revoltosos pero el gobernador de dicha ciudad Al Husain recapacitó y restableció su lealtad a Córdoba. El ejército franco asedió sin éxito la ciudad y se retiró por donde vino tras destruir las murallas de Pamplona.
Sin embargo en 785 una nueva infiltración franca por el este menos deslumbrante pero mas efectiva iba a tener lugar.
Los invasores francos penetrando por los valles Pirenaicos del lado español se apoderaron de la ciudad de Gerona. En el año 793 sobrevino el contraataque musulmán atacando Gerona donde había una guarnición de francos pero sin poder apoderarse de ella y se trasladaron a la Ceretania, sitiando Narbona; Guillermo de Toulouse les salió al paso intenando impedir que llegaran a Carcasonne pero sufrió una grave derrota cerca de Villedaigne en la confluencia entre el Orbieu y el Aude en una de las mas brillantes campañas de los Omeyas.
A pesar de todo el avance franco por Cataluña no iba a detenerse; las tropas francas de Luis lanzaron una ofensiva contra la región comprendida entre Gerona y el valle superior del Segre, ocupando Ausona, Cardona y Caserres. Luego le tocó el turno a Barcelona; los cronistas cristianos y musulmanes coinciden en afirmar que el asedio a dicha ciudad duró dos años; la crónica de Moissac dice que fue tomada en 803.
También cayó la fortaleza vecina de Tarrasa.
En el año 808 se produce el momento culminante de la expansión franca con la toma de Tarragona .
Como vemos la resistencia cristiana contra el poder cordobés de Al Andalus tuvo un doble cariz; por una parte una resistencia autóctona, mas antigua en el tiempo, protagonizada por el núcleo astur en el Noroeste de la Península y por otra una intervención posterior que viene allende los Pirineos de la mano de los francos hasta ese momento ajenos del todo a la Península.
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